Acompañada pero sola te encontré,
y una cautiva sonrisa te robé,
divino el momento en que te ví,
y mas aquel cuando dijiste sí.
Éramos dos tórtolos sentados,
bajo la luna del anochecer acabado,
no titubeamos un segundo,
en dejar nuestras almas al desnudo.
Cuando el amor se calmó,
una luz nos iluminó,
pudimos ver el camino,
que sería nuestro destino.
Fuimos siempre paso a paso,
cada paso un abrazo,
tomados de la mano por si acaso,
se nos acercara el ocaso.
El amor nos dió sus frutos,
se asomaron nuevos retos,
nos faltaban los minutos,
pero fuimos mas que astutos.
No nos dimos por vencidos,
no abandonamos nuestro nido,
y hoy estamos bendecidos,
siempre juntos, siempre unidos.

