Cuando Sebastian ubicó las prioridades como sus sentimientos mas profundos le marcaban, comenzo la lucha por la aceptacion de su necesidad. Se había mamado bajo un vinculo familiar de un grupo de personas que pretendían una unión inseparable en presencia y afecto. Participaba de las reuniones de la familia, todos los domingos, mientras el bienestar de los integrantes lo permitían. Realizaba llamadas constantes para respetar los requisitos que la familia imponía para poder ser parte de ella, como el pájaro que sale en búsqueda del pajal para la construcción del nido. Pero un día como cualquier otro, una tarde mas en un mundo agitado, una gota de amor cayó sobre su pecho, indicando la existencia de un sentimiento mas que profundo, el amor hacia una chica. Ella se llamaba Ana, y si bien, compartieron juntos un par de años, esta ves había ocurrido algo distinto. Sebastian estaba enamorado, y quería establecer una familia donde él y ella, fueran los iniciadores de la misma. De la misma manera que nuestros padres o abuelos lo hicieron para llegar hasta el lugar que se encontraba él y ella. Los años pasaron y juntos crearon un castillo donde reinaba el amor y la perseverancia de lo nuevo y distinto. Un castillo de
barro que años después migró para ser un castillo de piedra, como aquellos castillos embanderados de las películas de la antigua Roma. Y la construcción del gigante, le costo tiempo y esfuerzo. Pero para ello, debía dejar algunas rutinas y pasatiempos que le quitaban la posibilidad de hacerlo mas velozmente. Sebastian decidió pensar que su familia había recibido su amor durante muchos años, y que era necesario encausar sus sentimientos mas profundos en su Ana y su castillo, ese castillo que juntos decidieron construir aquel radiante día. Era tiempo de comenzar a volar como los pajaros cuando se desprenden de sus crías, para que vivan plenamente como ellos lo hicieron. Y si bien el pájaro se despega por el resto de sus días, Sebastian solo pretendía quitarle solo un poco del tiempo que dedicaba a esa familia, en busca de hacer lo que le gustaba. Pero como todo desarraigo, es difícil de ser entendido por el arraigado. Y costó batallas incesantes en la búsqueda de algo tan sencillo de entender como el espacio que necesita cualquier ser humano para poder ser, simplemente ser. Se dio cuenta que no era necesario entrar en batalla con ellos, porque él no los había abandonado, solo pretendía que con el amor que le tenían, lo apoyen en su decisión de cambio. Entonces Sebastian y Ana, juntos, fortalecieron su castillo para sencillamente, defenderse de los ataques, que sabían, algún día, dejarían de ocurrir. Y así fue. La familia entendió que lo único que quería Sebastian y Ana, es hacer lo mismo que ellos habían hecho, establecerse en un mundo que no para de girar, como familia. El tiempo fue el encargado de finalizar el desastre que él había comenzado, por una decisión difícil de interpretar cuando el apego es excesivo.

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