Cuando salte de aquel mullido árbol, el suave aroma del viento roció en forma de llovizna mi cuerpo, y me sentí libre. Libre y desprotegido. Pero libre al fin.
Fue un arduo trabajo diario en busca de aquella libertad tan deseada desde que tengo uso de la razón. Muchas ramas me envolvían sin dejarme siquiera mover mis extremidades. Y todo por culpa de aquel cóndor que me guió por el camino equivocado. Nunca mas lo vi, pero se que anda por ahí buscando que vuelva a estar entre las ramas. Pero ya es tarde, ya pude soltarme y ahora vuelo tranquilo y sin rumbo alguno. Tanto trabajo no fue en vano, digo al mirar las hermosas montañas que me rodean. Y ahora?, el cóndor me guiaba, mal que mal. Ahora deberé seguir solo. Observo mi alrededor y presiento que alguien me persigue con su mirada. "Sé que sos vos", grito con un tono agudo para ahuyentar a aquel maldito guia. "Sé que seguirás buscandome, pero jamas volveré a caer en tus garras", continúo.
Prosigo mi andar. Solo observo, y vuelo...
genial relato. muy intenso
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