lunes, 10 de agosto de 2015

Adolescencia dolorosa

Querido hijo:

Sé que adoleces por el magnifico hecho de estar creciendo. Tu cuerpo esta cambiando, y nada se encuentra a tu alcance para poder sobrellevar esta situación. Créeme, te entiendo. 
Cuando tenia tu edad viví la misma experiencia, momentos terribles. Nadie me entendía, nadie hablaba con coherencia. Hubiera dado la vida porque ellos se pongan en mis zapatos y pudieran observar con los ojos de mi alma para darse cuenta como eran las cosas desde mi perspectiva. Mis viejos...mis viejos se enojaban, me gritaban, y buscaban que yo entendiera lo que para mi era una locura. Mis abuelos, tíos, profesores...todos los que ya habían pasado por ésto, buscaban que cambie, que sea distinto. Pero el tiempo pasó, y junto a él, mi dolor. De a poco fui entendiendo que ellos tenían mucha razón en algunas cosas, pero no tanta en otras. El enojo y la bronca por mi ignorancia los hacia decir palabras que hasta hoy no comparto. Pero los entiendo. Los entiendo porque puedo observar hacia atrás y observarme en tus ojos, esos ojos enfurecidos de amargura por no entender porque éstos sentimientos afloran.
Con estas líneas solo quiero que sepas que te entiendo, sólo eso. Pero al mismo tiempo, te estoy pidiendo algo mucho mas difícil, y es que me comprendas. Buscaré lo mejor para vos en cada acto de tus días y vos, entre gritos desesperados, intentarás convencerme que estoy equivocado.
El tiempo pasará, y con él, las cosas se irán aclarando. Pero mientras el sol giré alrededor de nuestro hogar, deberemos hacer un esfuerzo: Vos pensando en mi y yo en vos, porque esa es la única alternativa que tenemos hasta que nuestro dolor desaparezca por completo.
Siempre ten presente que en cada palabra tuya y mía de ésta agonía lógica, te amaré como el primer día que te vi. Ése, será nuestro punto de encuentro.




No hay comentarios:

Publicar un comentario