Solo y con
rumbo asignado me encuentro en un ómnibus de la empresa que se hizo odiar hace
ya mucho tiempo por intentar evadir la ley para eliminar el descuento que
corresponde a los estudiantes. La música empapa mis oídos de una sabia
transpiración que emana de los auriculares. Música que me permite transportarme
a un sitio más ameno que en el que me encuentro. Observo por la ventana, solo
veo el rostro de personas escondidos tras sus bufandas intentando evadir el
frio invernal que acecha las calles de
Mar del Plata. Son las 06:11 A.M. y las estrellas comienzan a ocultarse,
escoltadas por una luna llena de luz. Le están dando lugar al sol que no puede
soportar más el hecho de estar escondido.
Del otro
lado, me espera un día terriblemente detestable. Un día de esos en los que
preferís esconderte bajo el acolchado de tu cama para no salir hasta el
siguiente. Pero esta es mi elección, y muchas veces, cuando elegimos, no todo
es tal cual lo imaginábamos. Nada es perfecto en su completitud, no obstante,
buscamos la perfección. Y justamente ahí encuentro el gustito misterioso de la
vida, en buscar, siempre, algo que jamás encontraremos. Si bien la perfección
esta en los ojos de quien la mire, en mi caso, dudo en encontrar algún día la perfección
absoluta en cualquier aspecto de la vida. Los hechos, las cosas materiales, los
sentimientos, las vivencias; siempre buscaremos que todo sea perfecto, aunque
directamente no lo pensemos. Pero ella, la vida, es la encargada de ponernos la
traba en su búsqueda. Y ciertamente, le agradezco por su maldad. Sin este
malévolo rol, nada tendría sentido.
Muchas
personas no están de acuerdo con mi forma de pensar, con mi forma de escribir y
hasta con mi forma de sentir. Hay personas que se encargan de buscar la perfección
en las persona porque eso es lo que los satisficiera. No se están dando cuenta
que es lo que buscan, solo actúan indirectamente, y lo buscan. No pueden
aceptar al otro como es, porque la perfección de sus vidas, pasa por la de la
vida de los que los rodean. Y a este punto quería llegar.
La perfección
de sus vidas no debiera pasar por la forma de ser del otro, sino por la forma
de ser de uno. Yo podre aconsejarte, podre escucharte y hasta podre decirte que
algún aspecto de tu vida me está haciendo daño, o simplemente, mejoraría
nuestra forma de relacionarlos. Pero cada uno tiene el derecho a elegir, y como
yo tengo el derecho de cambiar o no, vos tenes el derecho de aceptarme o no.
“Seré imperfecto
si tu forma de ver la perfección es imperfecta desde mis ojos”.
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